Familias reconstituidas
¿Qué son las familias reconstituidas?
Cada vez más, las familias reconstituidas cobran mayor peso e importancia en nuestra sociedad. Se entiende por familia reconstituida un sistema familiar sustentado en una pareja adulta, donde al menos uno de los miembros tiene un hijo de una relación anterior. Éstas pueden configurarse a partir de un divorcio, donde había hijos con la primera pareja, o por la muerte de alguno de los cónyuges, que posteriormente el otro vuelve a construir una nueva relación. La característica fundamental de estas familias es que deben asumir un elevado número de cambios en un período de tiempo más corto que lo habitual en las familias convencionales. A su vez, este nuevo sistema se consolida a partir de una pérdida, de la estructura familiar anterior o incluso de alguna de las figuras parentales.
¿Qué implica para el niño?
La crianza de los hijos en las familias reconstituidas suele ser el elemento más complejo de abordar en esta experiencia de cambio. Para los hijos, implica un proceso de adaptación a la nueva situación familiar, así como, un duelo para elaborar las pérdidas de la familia anterior o de sus propios deseos de familia. Su posibilidad de adaptación dependerá en gran parte de cómo ha sido superado el duelo. Investigaciones sugieren que, para los niños más pequeños, menores de 10 años, suele ser menos difícil la inclusión de un nuevo adulto en la familia, especialmente si es una figura positiva para ellos. Mientras que, de 10 a 14 años, puede ser la etapa donde resulta más costosa la adaptación a este tipo de familias, mostrando rechazo y rivalidad.
La ruptura del sistema familiar previo y la reconstrucción del nuevo puede implicar para el niño mucha desorientación, confusión e inestabilidad. Muchas veces se activa un elevado miedo a la pérdida o separación, sentimientos de tristeza y ansiedad, sentimientos de culpa, rivalidad hacia el nuevo miembro, etc.
Reacciones en el niño
Es normal y esperado que los niños muestren ansiedad y preocupación por cómo va a ser la nueva situación, así como, si van a estar bien atendidos. Pueden mostrarse más irritables, demandar mayor atención, solicitar más cercanía de las figuras parentales, ocurrir enfrentamientos o rechazo hacia el nuevo integrante, tanto la nueva pareja, como los hermanos si hay varios hijos. A su vez, pueden mostrar alteraciones en el sueño y la alimentación, molestias físicas, menor rendimiento escolar, etc.
Se espera que, con el paso del tiempo, si se cuenta con apoyo emocional positivo para acompañarle en este proceso, además de contar con los recursos necesarios, el niño pueda estabilizarse y poco a poco adaptarse al nuevo contexto. A la vez que progresivamente pueda establecer un vínculo con los nuevos miembros del sistema.
¿Qué puede ayudarles?
Es recomendable que los padrastros o madrastras establezcan inicialmente un tipo de vínculo más cercano a una relación de amistad que de autoridad. Ésta debe darse de forma progresiva, adaptándose al ritmo del niño. Construir normas claras y estables dentro de casa, así como espacios de comunicación, es fundamental para este proceso. Asimismo, proteger la relación con el progenitor con el que no se conviva, en caso de que esté presente, es necesario para el pequeño y condicionará la aceptación del nuevo miembro. Asimismo, es importante reconocer las dificultades implicadas en la reconstrucción familiar para poder atender a las necesidades de todos los miembros de la familia.
¿Cuándo ir al psicólogo?
En caso de que la situación de ruptura del sistema familiar previo no se haya resuelto adecuadamente, es conveniente poder atenderlo antes de la reconstrucción familiar. Si existe una dificultad intensa o que se mantiene en el tiempo, para aceptar la nueva situación, que dificulta el desenvolvimiento del pequeño, es importante buscar ayuda profesional, para evitar problemas más severos.