Nacimiento de un hermano: Celos

Nacimiento de un hermano: Celos2017-11-03T10:42:58+00:00

Nacimiento de un hermano: Celos

La llegada un hermano es un acontecimiento vital importante en la vida de un niño. En esta experiencia el pequeño se ve expuesto a una especie de competencia por los recursos limitados de los padres, ya que debe empezar a competir con su nuevo hermano por el tiempo, el afecto, la aprobación y la atención de sus padres, a quienes anteriormente tenía exclusivamente para él. Esta vivencia puede generarse de forma subjetiva, aunque el reparto entre los hermanos sea equitativo, sin embargo, el niño puede tener la impresión de no recibir lo suficiente, generando malestar y dificultad para asumir la nueva situación.

La rivalidad fraterna puede ser entendida como las emociones, pensamientos y conductas, de tipo doloroso o que conllevan sufrimiento, que experimentan algunos niños ante el nacimiento o la presencia de sus hermanos. Los celos forman parte de toda rivalidad, sin embargo, no todas las situaciones de celos conllevan o implican una rivalidad fraterna.

Existen algunas variables que se han encontrado relacionadas con la presencia de rivalidad fraterna, que pueden entenderse como factores de riesgo para esta dinámica. Entre ellos destaca la edad, niños entre los 2 y los 4 años; la posición dentro del sistema familiar, siendo más frecuente en el primogénito; que sean del mismo sexo; que sea dentro de una familia numerosa; así como, la presencia de un estilo de apego inseguro.

Existen formas directas e indirectas en las que se puede manifestar esta rivalidad, las cuales dependerán del nivel de desarrollo y madurez emocional del pequeño. Entre las formas directas, se pueden desarrollar conductas hostiles y agresivas dirigidas hacia el hermano, tales como morder, lanzar cosas, insultar, etc. Puede darse una ruptura del contacto con éste, como una forma de negar su existencia. De forma indirecta, puede mostrar un ánimo depresivo, aislarse, asumir comportamientos de etapas infantiles anteriores, así como llanto frecuente, ansiedad, quejas físicas, explosiones de enfado, presentar alteraciones del sueño y alimentación, entre otras.

Si estas experiencias se intensifican o se cronifican en el tiempo, en lugar de disminuir a medida que el niño va creciendo, es importante ponerles atención y buscar ayuda profesional.

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