ARTÍCULO: La pérdida de un hijo no nacido

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ARTÍCULO: La pérdida de un hijo no nacido

La muerte de un bebe siempre es una experiencia dolorosa, incluso cuando el bebé no ha llegado a nacer. Desde el momento en el que la madre se entera de que está embarazada comienza a vincularse con su hijo. Visualiza cómo será su vida juntos y cuántas experiencias felices compartirán.

Por tanto, es normal que tras su pérdida la madre pase por un proceso emocional intenso y que requiere su tiempo. Para el padre es también sin duda, un duro golpe en su vida. Normalmente, al shock inicial y a la incredulidad por lo ocurrido, le siguen el enfado y la tristeza por la pérdida.

Y muchas veces, también una profunda sensación de culpa que bloquea a la madre, ya que ésta se pregunta constantemente si podría haber hecho algo para evitarlo, o si hizo algo que pudo precipitar el fatal desenlace. Es muy importante que la madre sepa que ella no tuvo responsabilidad en la muerte de su hijo o hija, y que comprenda que desgraciadamente, tuvo mala suerte y no había nada que ella pudiera hacer al respecto.

Una vez que es capaz de aceptarlo, se inicia la elaboración de la pérdida o el proceso de duelo. Uno de los factores que favorece la elaboración del duelo, es el rito del funeral o entierro, ya que ayuda a visibilizar la muerte y es también un momento en el que los familiares y amigos ofrecen su apoyo y comprensión.

En el caso de las madres cuyos bebes fallecen antes de llegar a término, este ritual no puede realizarse, lo que puede influir en que el duelo se trunque. El hecho de que fallezca un bebe aún no nacido, también es una situación difícil de abordar por el resto de las personas, como familiares o amigos.

Lo que puede llevar a algunas personas a no proporcionar el apoyo que las madres necesitan. De forma inconsciente, pueden decir frases como “no te preocupes, ya verás cómo tienes otro hijo”, sin darse cuenta que para esa madre ese bebe era su hijo desde el momento en el que se enteró de que estaba embarazada y comenzó a sentirle y a pensar y preocuparse por él. Si la muerte ocurriese una vez que el bebé ha nacido estas palabras no se oirían, en lugar de eso, se apoyaría a la madre y se comprendería su estado emocional, es decir, la persona se sentiría legitimada a estar triste.

Esta dificultad añadida hace que muchos duelos por muertes de este tipo se queden “congelados”, lo cual provoca que la madre no pueda avanzar en su proceso de recuperación emocional. Es necesario elaborarlo, y para hacerlo, la madre tiene que sentirse libre para poder hablar de ello tantas veces como necesite sin sentirse juzgada por los otros.

Parece que de lo que no se habla no existe y no es así. En este sentido la terapia aporta ese espacio de confianza en el que la madre puede sentirse libre para hablar de la pérdida, iniciando así el proceso de sanación de esa herida, que aunque profunda y dolorosa puede curarse y recomponerse, al igual que la misma madre.

2017-08-09T20:10:37+00:00abril, 2015|Blog Duelo|
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