Asertividad en la adolescencia

Asertividad en la adolescencia2017-11-30T16:32:50+00:00

Asertividad en la adolescencia

La asertividad es un recurso psicológico que, ayuda a las personas a gestionar los conflictos con los demás de la forma más óptima posible. Las personas asertivas, son conscientes de sus derechos y se ocupan de que los demás los respenten y, a su vez, conocen los derechos de los demás y se ocupan de respetarlos.

Es muy positivo que un adolescente cuente con un repertorio de conductas asertivas para gestionar las diferencias que puede tener con otras personas, bien con amigos o compañeros de clase; o bien con figuras de referencia como pueden ser padres y profesores.

La asertividad, se encontraría en el medio entre la pasividad y la agresividad.

La pasividad supone la cesión de los deseos y necesidades de uno ante los deseos o necesidades del otro. Cuando los adolescentes se comportan de forma pasiva, no confrontan, hacen cosas que no quieren hacer por evitar un conflicto, y sacrifican sus deseos y necesidades por preservar el vínculo con las otras personas. A corto plazo evitan el conflicto pero, a largo plazo acumulan una enorme frustración bastante difícil de tolerar.

En el otro extremo nos encontraríamos las conductas agresivas. Estas tienen que ver con la imposición de los deseos y necesidades de uno ante los deseos y necesidades de los demás. A los adolescentes que emiten conductas agresivas en la resolución de conflictos, les cuesta empatizar, difícilmente ceden, y les cuesta tener en cuenta los deseos del otro. Priman sobre todo sus necesidades y las imponen en el vínculo. A corto plazo suelen conseguir lo que desean pero, a largo plazo se encuentran con vínculos poco elaborados, en los que los demás suelen someterse y manifestar poco sus deseos. Lo más común es que los demás acaben por abandonar el vínculo cansados de sacrificar su bienestar por el otro.

La comunicación asertiva se caracteriza por ser clara y directa sobre los deseos, pensamientos y sentimientos del adolescente. Pero, además, tiene en cuenta los deseos, pensamientos y sentimientos del otro. Que el adolescente aprenda a ser más asertivo implica que se comunique de manera más respetuosa. Este estilo de comunicación le va a permitir obtener con mayor probabilidad lo que pretende de una forma positiva, siendo consciente que no siempre se gana, ya que existen circunstancias que impiden que a veces se logren las metas que uno se plantea. Ser asertivo, por tanto, es saber comunicarse pero también, es saber tolerar la frustración cuando las cosas no van como uno quiere o espera.

¿POR QUÉ ES IMPORTANTE ENSEÑAR A LOS ADOLESCENTES A SER ASERTIVOS?

Porque un adolescente asertivo es capaz de:

  • Saber manejar situaciones difíciles utilizando la palabra oportuna, de manera oportuna, en el momento oportuno.
  • Está satisfecho con sus resultados o con lo que obtiene.
  • Actúa de tal forma que, tanto si gana como si pierde, mantiene o conserva su propia integridad o respeto hacia sí misma/o.
  • Relacionarse con los demás de una manera sana porque respeta a los demás respetándose primero a sí mismo.
  • Saber colocar dónde está la responsabilidad de cada uno para así no cargarse con todo o cargar con todo a los demás.

¿UN ADOLESCENTE PUEDE APRENDER A SER ASERTIVO?

La asertividad es una habilidad que se aprende a través de entrenamiento. Cuanto antes se empiece más fácil será que se interiorice y el adolescente pueda expresarse asertivamente de manera espontánea y natural. Los padres también pueden servir de gran ayuda ya que si ellos inculcan a sus hijos la importancia de ser asertivo facilitará que el adolescente lo incorpore en su vida diaria al verlo en casa.

La asertividad siempre se puede aprender independientemente de las circunstancias de cada uno/a. Si a los adolescentes se les explica bien en qué consiste suelen querer aplicarlo en sus vidas porque entienden que los beneficios merecen la pena. La clave está en que el adolescente entrene los pasos necesarios a través de una terapia individual o de grupo con un terapeuta especializado en entrenar en asertividad.

¿CÓMO DEBE SER UN TERAPEUTA QUE TRABAJA CON ASERTIVIDAD?

Por supuesto tiene que tener muy integrada la asertividad tanto en su vida laboral como personal. No se puede ofrecer algo sin ser ejemplo porque aunque el psicólogo lo sepa explicar de manera verbal si de manera no verbal refleja otra cosa no va a saber motivar a los adolescentes en lo importante que es ser asertivo. El terapeuta tiene que sentirse muy motivado y contagiar al resto, tiene que saber expresarse de forma clara y firme. Tiene que saber decir con calidez lo que piensa al adolescente si lo considera necesario. Tiene que conectar con las emociones que le genera el adolescente para saber regularse emocionalmente ya que en ocasiones va a tocar trabajar con adolescentes desafiantes que le pongan a prueba. Por eso es importante que el terapeuta no se vea afectado y reaccione como lo haría una persona asertiva. Esto ayudará al adolescente a verle como un referente a imitar.

De hecho un terapeuta debería ser asertivo en cualquier circunstancia para el beneficio de la terapia.

¿MI HIJO ES MUY AGRESIVO COMO SE LE PUEDE AYUDAR A SER MÁS ASERTIVO?

Primero habría que entender bien que es exactamente un estilo agresivo. Significa manipular a las personas, salirse con la suya a costa de los demás. Asegurarse de ser ganador sin importar lo que le sucede a los otros. La pelea, la acusación, la amenaza son ejemplos típicos del modo en el que muchos adolescentes se relacionan ante los conflictos. Este tipo de estilo comunicativo se refuerza porque se sale con la suya. Es importante hacerle ver que aunque eso es así también ocurre otra cosa: los demás no quieren tenerle cerca.

Lo que habría que trabajar en este caso son las ideas previas de las que parte su hijo. Probablemente muy relacionadas con la sensación de que la culpa la tienen los demás y que para salirse con la suya a veces hay que pisar a los demás. Es importante que el adolescente analice las consecuencias de su conducta. Es probable que llegue a ver que no le compensa tanto como él piensa pasar por encima de los demás si luego eso produce rechazo. Si se le ofrece un modelo donde puede lograr cosas que él desea, si son razonables, manteniendo una relación positiva con los demás, puede que se decida a cambiar su estilo de comunicación. Hay que tener en cuenta que detrás de esa agresividad muchas veces hay dolor por no sentirse aceptado o comprendido. Por eso es importante que vea que la asertividad puede ayudar a cubrir esa necesidad.

¿MI HIJO ES MUY TÍMIDO Y LE CUESTA DEFENDERSE LE PUEDE AYUDAR SER ASERTIVO?

Al igual que en el punto anterior habría que entender bien qué es exactamente un estilo pasivo. Significa permitir que los demás se le impongan, cuando no defiende sus intereses y cuando hace lo que dicen los demás sin importar lo que él mismo piense o sienta al respecto. En definitiva, supone soportar cualquier situación para evitar los conflictos, o discusiones con los demás, castigándose posteriormente pensando en lo que debería haber dicho o hecho. La ventaja del adolescente pasivo es que no suele generar rechazo directo por parte de los demás. La desventaja es que los demás acaban aprovechándose de él/ella, lo que hace que el adolescente acumule resentimiento hacia los otros y hacia sí mismo.

Al igual que en el estilo agresivo, existen ideas erróneas en el adolescente pasivo que hacen que no se relacione o comunique de otra manera. El adolescente pasivo piensa que si se niega a hacer alguna petición de los demás, le acabarán rechazando o le acabará generando una discusión donde no se ve capaz de defenderse. Es importante que el adolescente vea las consecuencias a corto y largo plazo de su conducta. Enseñarle que evitar le genera un alivio a corto plazo, pero refuerza ideas como “el conflicto hay que evitarlo” y la idea de “incapacidad de hacer frente a situaciones conflictivas” puede ser de mucha utilidad para iniciar el cambio de conducta. Añadir el resentimiento que se mantiene por sentir que los demás se aprovechan de él.

Por tanto, si se le plantea un modelo asertivo donde puede decir que “no” sin sentirse culpable donde además se mantiene el respeto hacia los demás, el adolescente pasivo que lo pasa tan mal querrá aprender una manera nueva de comunicarse donde obtendrá más beneficios de los que obtiene siendo pasivo.
Independientemente del estilo de comunicación (pasivo, sumiso, agresivo) del que un adolescente parta, siempre van a poder aproximarse a un estilo más asertivo. Lo mantendrán en el momento que descubran que obtienen más ventajas que desventajas.

MI HIJO ES AGRESIVO CON NOSOTROS PERO FUERA DE CASA DEMUESTRA UN COMPORTAMIENTO EJEMPLAR ¿POR QUÉ PUEDE SER?

Los adolescentes pueden llegar a ser muy cambiantes. Hay que tener en cuenta que las personas no nos comportamos de la misma manera en todas las circunstancias. Muchas veces las circunstancias van a condicionar el estilo de respuesta.

Si un adolescente siente que el amor es incondicional y que, por lo tanto, ser agresivo no va a perjudicar que sus padres le sigan queriendo y dándole lo que pide, no va a temer descontrolarse. Sin embargo, en otros contextos como el colegio y los amigos, es consciente de que mostrarse agresivo sí le puede conllevar consecuencias negativas como el suspender o que los amigos se alejen. Es decir, el amor en estos casos no es incondicional.

Al final, funcionamos por consecuencias, y eso va a hacer que nuestra manera de comportarnos dependa de las consecuencias que se obtienen.

Un adolescente sumiso que evita confrontaciones, cede y no expresa lo que siente va acumulando rabia en su interior. Esto puede llegar a convertirse en una bomba de relojería que estallará en cuando el adolescente sienta que se lo puede permitir. Los padres muchas veces son esa diana porque el adolescente sabe que sus padres no le van a abandonar.

Es importante que el adolescente, gracias a la terapia, aprenda a canalizar sus emociones y a ser más asertivo para evitar ese tipo de situaciones. Si aprende a expresar lo que siente y piensa de una manera asertiva, no acumulará tanto resentimiento por lo que no llegará a explotar en casa. Los padres también pueden ayudar a su hijo haciéndole ver que su conducta sí genera repercusiones. Es bueno que el adolescente vea que a los padres les afecta su actitud agresiva. Por ejemplo, si los padres le preguntaran a su hijo cómo cree que se sienten cuando reacciona de forma tan agresiva ayuda a que el hijo se ponga en el lugar de sus padres. Ayuda a que no vea a sus padres inmunes a su agresividad. Esto favorece a la empatía y reduce las probabilidades de descontrolarse con sus padres.

Si con esto no es suficiente, probablemente será necesario que los padres reciban un entrenamiento para poner límite a su hijo. Que puedan poner normas firmes en las que transmitan que en casa no se consienten comportamientos agresivos, se hace necesario cuando el adolescente no consigue controlarse. En muchas ocasiones, los adolescentes siguen necesitando la contención adulta cuando se desbordan emocionalmente; y el límite firme de los padres en este caso no sólo es útil, sino que se vuelve necesario.

¿ES CONVENIENTE MEZCLAR EN LA TERAPIA DE GRUPO ADOLESCENTES PASIVOS CON ADOLESCENTES AGRESIVOS?

Depende de cada caso. Lo primero que hay que hacer antes de formar el grupo es valorar el impacto del grupo en cada adolescente. A veces es necesario trabajar primero en terapia individual para que tomen consciencia de cómo se comportan y las consecuencias de ser de una manera poco asertiva. Cuando el adolescente es consciente de esa dificultad y tiene motivación para el cambio entonces es el momento para que forme parte de un grupo que les ayude a ser más asertivos.

Un grupo heterogéneo donde se mezclen los diferentes estilos suele resultar bastante enriquecedor. Ayuda a los adolescentes a darse cuenta que los que no se relacionan de la misma manera también sufren, lo que les ayuda a ser más empáticos. Cuando se realiza algún juego donde se interpretan los diferentes estilos siempre resultará más fácil si los estilos ya son de por sí diferentes. Otro beneficio importante es que el adolescente descubre que se puede relacionar con adolescentes de diferentes estilos ayudando a cambiar el concepto de incapacidad que se tenía de sí mismos. Se aportan pruebas de realidad pues cada miembro es partícipe de las consecuencias que tiene cada estilo de respuesta lo que les ayuda a tener más claro dónde quieren estar.

¿QUÉ PROFESIONALES PUEDEN AYUDARME?

Diana Hernández Faón
Diana Hernández FaónNº de colegiada M-27367
  • Licenciada en Psicología especialidad clínica. Calificación Cum Laude.
  • Terapeuta en idiomas: español e inglés. Licenciatura obtenida en Estados Unidos.
  • Máster en Psicoterapia por la Universidad Complutense de Madrid.
  • Máster en Terapia de Conducta por la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
  • Formación en intervención familiar y terapia de pareja.
  • Experiencia en adultos con trastornos de ansiedad como estrés, crisis de pánico, angustia generalizada y fobias.
  • Experta en trastornos adaptativos.
  • Experiencia clínica en adolescentes (depresión, ansiedad, problemas emocionales, duelo, autoestima etc.).
  • Experiencia en terapias grupales y responsable de desarrollo de talleres con pacientes.
  • Especialista en diagnóstico y tratamiento de niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad.
  • Especialista en resiliencia y flexibilidad emocional.
Vera Celada Victoria
Vera Celada VictoriaNº de colegiada M-27178
  • Licenciada por la Universidad Complutense de Madrid con especialidad en psicología clínica y salud.
  • Psicóloga General Sanitaria.
  • Máster en Inteligencia Emocional e Intervención en Emociones y Salud por la U.C.M.
  • Experto en Intervención Psicológica con Víctimas de violencia de género.
  • Terapeuta EMDR.
  • Amplia experiencia y formación en Terapia Familiar Sistémica.
  • Experto en Psicoterapia con Niños y adolescentes.
  • Experiencia en terapia individual con adultos (ansiedad, depresión, problemas de autoestima, trastorno de alimentación, adicciones, rupturas, duelos, dolor crónico, fobias, problemas familiares…).
  • Experiencia en terapia infanto-juvenil (ansiedad, miedos, fobias, problemas escolares, bullying, rabietas, problemas familiares…)
  • Experiencia en terapias grupales: Obesidad, habilidades sociales, inteligencia emocional, adicciones y ludopatías, terapias multifamiliares.
  • Experiencia y desarrollo de programas de prevención en primaria y secundaria.
  • Experta en técnicas de biofeedback.
  • Experta en la técnica de la caja de arena.
  • Experta en terapia breve centrada en soluciones.
  • Experta en técnicas psicodramáticas.
Gabriela García Sánchez
Gabriela García SánchezNº de colegiada M-32841
  • Licenciada en Psicología por la Universidad de Elche (Alicante)
  • Máster Universitario de Psicología General Sanitaria por la  Universidad Miguel Hernández de Elche (Alicante).
  • Máster en Atención Temprana por el Instituto Superior de Estudios de  Psicología.
  • Evaluación e intervención psicológica infantil (trastorno desarrollo  cognitivo, emocional y de la conducta, trastorno generalizado del  desarrollo).
  • Evaluación e intervención psicológica juvenil (trastorno de conducta,  déficit atención, problemas emocionales, relación padres-hijo).
  • Evaluación e intervención psicológica adultos (ansiedad, depresión,  estrés, adicciones, duelo, dolor crónico, etc.).
  • Adolescentes y jóvenes en situación de riesgo.
  • Mediación y resolución de conflictos.
  • Publicaciones sobre conductas adictivas.
Virginia Moraleda Borja
Virginia Moraleda BorjaNº de colegiada M-32620
  • Licenciada en Psicología por la Universidad de Granada.
  • Máster Universitario en Psicología General Sanitaria.
  • Evaluación e intervención psicológica con niños y adolescentes (problemas de conducta, hiperactividad, déficit de atención, problemas emocionales) y adultos (problemas de estrés, ansiedad, depresión, duelo, adicciones, síndromes somáticos).
  • Promoción y educación para la salud.
  • Afrontamiento y manejo de enfermedades crónicas.
  • Orientación cognitivo-conductual, con perspectiva integradora.
  • Conocimientos de Mindfulness.

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