ARTICULO: PREVENCIÓN DE LOS TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN

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ARTICULO: PREVENCIÓN DE LOS TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN

PREVENCIÓN DE LOS TRASTORNOS DE ALIMENTACIÓN

POR: ESTHER GÓMEZ GARCÍA-ROMERAL

DIRECTORA DEL CENTRO

Los trastornos de alimentación se han convertido en una de las principales preocupaciones para los padres de los/as adolescentes de hoy en día. Es muy común oír a los chicos/as de esta edad decir que no les gusta su cuerpo, o incluso que odian su aspecto físico. Los medios de comunicación alertan del peligro de estos trastornos y los padres lógicamente se asustan. Pero realmente, ¿Qué es un trastorno de alimentación?, ¿Podemos prevenirlo? En efecto, los adultos, algo podemos hacer.

                Existen varios tipos de trastornos de alimentación; todos hemos oído hablar de anorexia y bulimia. Sin embargo, hay un denominador común en todos ellos: El miedo a engordar. En el momento en que la preocupación por el peso y la figura se transforma en miedo intenso a engordar, podemos empezar a tomar medidas para que el/la niño/a o adolescente no desarrolle un trastorno de alimentación.

Para desarrollar este tipo de trastorno tienen que confluir una serie de factores de vulnerabilidad en la misma etapa, es decir en un momento vital determinado. Que la persona tenga algún factor de vulnerabilidad no quiere decir que vaya a desarrollar el trastorno, pero si se dan varios a la vez, de forma potente, sí aumenta la probabilidad de la aparición del mismo.

Los factores de vulnerabilidad que vamos a describir a continuación no son causa directa del trastorno. Si se presentan de forma moderada, no hay porqué preocuparse. Sin embargo, cuando veamos que estos factores se presentan de forma intensa, continuada, y de tal manera que influyen mucho en el día a día de los adolescentes, que no les deja estar a gusto, tranquilos y felices y les interfieren en la consecución de sus objetivos, tenemos que ocuparnos de brindarles la ayuda adecuada.

                Un factor de vulnerabilidad, y en ocasiones, desencadenante del trastorno es hacer dieta. Cuando la dieta es muy restrictiva hay más probabilidad de que haya ingesta compulsiva (comer con ansiedad), en forma de atracón. El hipercontrol es lo que lleva al descontrol. Seguidamente, la persona se siente culpable y quiere compensar  lo que ha ingerido por ejemplo, haciendo mucho ejercicio físico de forma compulsiva. Cuanto más aumenta la restricción, más lo hace el miedo a engordar, y cuanto más miedo a engordar tengo, más me cuesta comer, y este círculo se retroalimenta. La dieta siempre debe ser realizada cuando realmente sea necesaria, debe estar prescrita por un especialista y debe ser equilibrada.

                Otro factor de vulnerabilidad es el perfeccionismo. Las personas que son perfeccionistas consideran que, para que algo esté bien hecho, tiene que estar perfecto. Esto lleva a la persona a ser muy exigente consigo misma, a tener miedo a cometer errores, a ver las cosas como todo o nada y a tener mucha autocrítica. El perfeccionismo está en la base de todos los trastornos de alimentación. En ocasiones, este factor puede ser visto por los demás como algo muy positivo, porque el niño/a o adolescente se esfuerza mucho y saca muy buenas notas, es muy responsable y trabajador/a. Sin embargo, no logra sentirse a gusto consigo mismo porque siempre considera que podría haberlo hecho mejor. Por ejemplo, si saca un 9, no está satisfecho porque no es un 10. Está muy bien querer auto-superarse y luchar por las cosas que uno quiere en la vida, pero las metas deben ser realistas. La persona perfeccionista se critica mucho por sus errores, no se felicita cuando las cosas le salen bien, no confía en sí mismo/a, no se siente seguro/a y seguirá teniendo miedo a fracasar, aunque haga las cosas bien.

                El siguiente factor de vulnerabilidad sería la necesidad de aprobación. El/la chaval/a necesita saber que los demás están contentos con lo que él/ella hace o con lo que él/ella es. Está muy pendiente de lo que piensan de él/ella, no da su opinión y se comporta de forma sumisa para que los demás no se enfaden. Tiene mucho miedo al rechazo de los demás, teniendo más en cuenta las opiniones de los demás que las suyas propias.

                La baja autoestima, también está en la base de este trastorno. Sabemos que un/a chaval/a tiene baja autoestima cuando le cuesta valorarse a sí mismo, cuando no muestra autoconfianza en lo que hace y cuando ve rápidamente sus defectos y le cuesta mucho ver sus virtudes.

                La impulsividad también es considerada como factor de vulnerabilidad. Tomar decisiones apresuradamente y sin pensar en las consecuencias a largo plazo son características de este factor. Para estas personas,  imperan mucho las consecuencias inmediatas, y quieren las cosas al momento. Suelen empezar las cosas y no las terminan. Les cuesta mucho anticipar las consecuencias de sus actos.

                Otro factor que también puede influir haciendo vulnerable al adolescente respecto a un trastorno de alimentación es la baja tolerancia a la frustración, la cual suele manifestarse cuando el/la chaval/a se siente mal de forma desproporcionada cuando las cosas no le salen bien. Bajo este factor la persona muestra poca capacidad de aguante, y no es capaz de relacionar correctamente el medio y el fin: no hay correspondencia entre esfuerzo y deseo. Le cuesta aceptar los límites y siente que si lo desea, tiene que ser. Confunde el deseo con la realidad.

                La necesidad de control es otro factor de vulnerabilidad que consiste en tener la necesidad de tenerlo todo controlado, de estar siempre seguro de todo. La persona tiene miedo a no saber manejar o resolver las situaciones que se le plantean y se siente muy mal si las cosas no salen exactamente como  esperaba o quería. Toleran muy mal la incertidumbre.

Es muy importante ser ejemplo para nuestros hijos. Si hay algún factor con el que los papas se han sentido identificados, es importante abordarlo desde el auto-análisis. Es cierto que hay muchas veces que es difícil controlarnos, pero cuanto más conscientes seamos de nuestros comportamientos, mejor podremos abordarlos. Los niños aprenden del comportamiento de los adultos que tienen cerca. Tal y como ellos nos ven enfrentarnos y resolver las cosas, así lo harán ellos.

Por lo tanto recomendamos que los papás observen si sus hijos cuentan con estos factores de vulnerabilidad y si ellos mismos los tienen. Si es así, no duden en abordarlos acudiendo a un terapeuta para trabajar el factor en sí mismo y para prevenir la aparición de un trastorno de alimentación.

2017-07-17T20:27:48+00:00noviembre, 2015|Blog Adolescentes, Blog Trastornos de alimentacion|
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