En ocasiones, los padres que tienen hijos con menos de cinco años, nos preguntan si es adecuada la psicoterapia para niños tan pequeños. Efectivamente, a estas edades, el trabajo terapéutico, se realiza la mayor parte del tiempo con los padres, no con el pequeño.
Desde el nacimiento, hasta los 4-5 años, el trabajo psicológico permite intervenir sobre elementos conflictivos que ya se están manifestando, así como atender aspectos relevantes para prevenir problemas en el futuro. El trabajo, está enfocado en el rol de la parentalidad y las capacidades que se encuentran implicadas en esta tarea.
Intervenir de forma temprana en el vínculo entre padres e hijos, así como fortalecer y desarrollar las capacidades de los cuidadores para atender adecuadamente las necesidades del niño y favorecer su desarrollo, ayudan a la construcción de un apego seguro en el pequeño, que le protege para muchas situaciones en el futuro y potencia un desarrollo afectivo sano.
Además, durante la infancia, existe mayor plasticidad cerebral, que permite un mayor grado de posibilidad para moldear y modificar aspectos en el niño. Esto favorece que mientras más temprano podamos intervenir, existe un mejor pronóstico en el cambio de elementos desadaptativos.
Asimismo, no podemos olvidar que los primeros años de vida son los más significativos para la formación de la personalidad, y existe un mayor grado de vulnerabilidad para grabar en la mente del pequeño experiencias que influirán en su forma de responder al mundo en el futuro.
Cualquier intervención u orientación que pueda recibir en ese período tan sensible para el pequeño, seguramente le protegerá y colaborará en su crecimiento.
