Algunas personas acuden a consulta de psicología porque tras pensar durante un tiempo, que ellas mismas podrían abordar y solucionar solas lo que les ocurre, se dan cuenta de que es demasiado costoso y deciden pedir ayuda.
Normalmente, les acompaña un estado emocional en el que se mezcla el agotamiento con el sentirse defraudados, tristes o enfadados consigo mismos.
A pesar de que el motivo de consulta pueda ser muy diferente, el motivo por el que han esperado tanto para acudir a terapia suele tener que ver con una idea parecida a la siguiente: “nunca he sido de contar lo que me ocurría, por lo que cuando este problema empezó pensé que podría afrontarlo, al igual que he hecho con otros muchos temas en mi vida”.
Sea cual sea el motivo, el hecho es que contar lo que nos ocurre se convierte a veces en tarea imposible y la consecuencia de ello es que la tensión y el sufrimiento se va acumulando en nuestro cuerpo hasta que finalmente estallamos de una u otra forma (ataques de pánico, llanto descontrolado, explosiones de ira…)..
Pedir ayuda es un recurso emocional importante y, decidir iniciar un proceso terapéutico es, en sí mismo, un GRAN CAMBIO. Porque tomar la decisión supone estar dispuesto a contarle a otra persona lo que te hace sufrir y compartir un peso que se lleva arrastrando, en ocasiones, mucho tiempo. Supone también permitir a un tercero ser testigo de lo que nos ocurre y, aunque al imaginarlo pueda dar vergüenza, lo que sucede en todos los casos es que las personas que se lanzan y confían en el/la terapeuta se sienten aliviadas y comprendidas.
Además, el hecho de acudir a terapia no significa que la persona pierda la capacidad de controlar su propia vida, más bien es todo lo contrario. Como terapeutas tenemos los conocimientos y las herramientas para ayudar a descubrir heridas y recursos ocultos, pero el poder del cambio está siempre en manos de la propia persona.
Necesitar ayuda no es lo mismo que depender, es ser consciente de nuestras limitaciones en un momento determinado y no dejar que estas limitaciones nos impidan estar satisfechos con nosotros mismos.