:En ocasiones, hay personas que sienten que desean dejar una relación de pareja porque dicha relación no es buena para ellas, pero no pueden. En esta situación se pueden ver inmersos, tanto hombres como mujeres.
En la mayoría de los casos, son personas perfectamente adaptadas en su vida diaria. Es decir, son personas inteligentes, que gozan de buenas relaciones sociales y que son laboralmente válidas; pero que en el contexto de la pareja, se encuentran en una situación que viven de forma angustiosa, como si no hubiera salida.
El tema de las relaciones de pareja es una de las cuestiones que más suele interesar a la mayoría de las personas, por la importancia y repercusión que tiene en la vida. Sin duda es un área, que si es fuente de satisfacción, contribuye enormemente a la felicidad y amortigua las posibles dificultades vitales que toda persona puede tener.
Y en el polo opuesto, si es un área que genera insatisfacción, es lógico que la persona se sienta muy afectada y que pueda ver cómo esa insatisfacción en ocasiones afecta, por desplazamiento, al resto de áreas de su vida. El hecho de amar y sentirse amado es una de las experiencias emocionales más gratificantes que existen.
El problema reside cuando el protagonismo en la relación de pareja se lo lleva el sufrimiento o el malestar y, a pesar de ello, la relación no se termina. Las personas que están inmersas en una relación de pareja insatisfactoria y aun así no consiguen cerrarla, muchas veces son conscientes de ello, y se autocastigan y critican con dureza, sintiéndose culpables y poco inteligentes por no dar por finalizada dicha relación.
Las causas por las cuales una persona puede verse inmersa en esta situación son diversas: una baja autoestima en el terreno personal, un miedo intenso a la soledad, haber sido objeto de un trato similar por figuras vinculares importantes (padre, madre, otra pareja, etc).
El hecho es que siempre existe alguna razón que impide a la persona sentirse libre para tomar la decisión que más le conviene y es vital incidir y trabajar sobre ellas para así obtener la meta que se desea: ser libre a la hora de escoger con quién compartimos nuestra vida, porque al fin y al cabo sólo tenemos una.
