Un soldado que había estado en la guerra de Afganistán acudió a consulta tiempo después por reacciones agudas de terror cuando pasaba por una zona de obras.
Lo que peor llevaba era no entender por qué le sucedía aquello cuando había salido airoso de una guerra y no había experimentado nada parecido. A este paciente se le diagnosticó Trastorno por Estrés Postraumático.
Podría parecer una película de ciencia ficción lograr que recuerdos muy traumáticos se desensibilicen hasta tal punto que dejen de perturbar a la persona gracias a sus movimientos oculares. Afortunadamente no lo es.
La investigación científica sobre EMDR “EYE MOVEMENT DESENSITIZATION AND REPROCESSING” ha establecido que es un tratamiento con evidencia empírica para el abordaje del trastorno por estrés post traumático.
La persona que ha vivido, presenciado o se ha encontrado ante un hecho potencialmente peligroso, con riesgo de muerte o amenaza a su integridad física o a la de otra persona, va a tener una reacción que incluye miedo, sensación de vulnerabilidad o de horror intenso.
El cerebro percibe esas sensaciones de peligro a nivel sensorial (olor a quemado, ruido bomba…). Esta información va a ir al tálamo y luego a la amígdala, parte del cerebro que enseguida siente el miedo y genera una reacción neurovegetativa (huida o ataque).
Después, la persona se dará cuenta de lo que está pasando. Lo que sucede con los traumas, o cualquier recuerdo que perturbe con intensidad cada vez que se piensa en él, es que no se procesan de forma adecuada.
En estos casos las terapias convencionales que utilizan como principal herramienta la comunicación o el afrontamiento de problemas a través de lo racional no acaban de lograr que los recuerdos traumáticos o muy perturbadores remitan del todo. Esto es debido a que el trauma no está colocado en la parte racional del cerebro, todas las vías del trauma son neurovegetativas y neurofisiológicas, por tanto, se ha quedado grabado en la memoria de forma disfuncional.
Da igual lo racional que seas, la reacción al estrés sigue siendo la misma. La razón y la emoción no están conectadas. Se ha podido comprobar con muchos pacientes que aunque aprendían a darse muy buenos argumentos para enfrentarse a sus problemas, el malestar emocional y fisiológico no remitía.
EMDR ayuda a procesar esos recuerdos que se quedan atrapados de forma disfuncional en el cerebro. En el caso del soldado de Afganistán, el recuerdo traumático de la guerra no se había procesado manifestándose tiempo después. Él, a nivel racional, sabía que estaba fuera de peligro, pero la reacción de miedo que no sintió en la guerra, se reprodujo tiempo después con el ruido de la obra. La reacción de miedo se había quedado atrapada y por eso el creía que lo había superado, pero en realidad no era así. Bastó con el ruido de una obra para reactivarlo.
EMDR no va a trabajar sobre el recuerdo para reorganizarlo en la memoria. Si el recuerdo se reprocesa de manera adecuada en el cerebro remitirán los síntomas. Después se podrá trabajar sobre los síntomas.
Para conseguir esto se le pide al paciente que piense en la peor imagen y cómo ha impactado en la imagen de sí mismo. Se le pide que observe las sensaciones físicas que le generan y a continuación se le aplica una estimulación bilateral a través de movimientos oculares. Este tipo de estimulación consigue reprocesar el recuerdo a todos los niveles (cognitivo, físico, emocional y sensorial).
El efecto que genera en el paciente es una subida emocional que va a ir remitiendo a medida que lo vaya procesando, consiguiendo reorganizar la experiencia de tal manera que le dejará de perturbar cuando vuelva a pensar en ello.
El éxito de este tipo de terapias es tal, que una fobia simple se puede quitar en dos sesiones. EMDR llega a donde otras terapias no pueden llegar.
Sin embargo es importante señalar que es necesario que el psicólogo que aplique este tipo de técnicas tenga la formación adecuada y validada por la asociación EMDR de España además de haber pasado por un buen proceso de análisis a nivel personal que ayude a tener buen vínculo con el paciente a la hora de aplicarlo. Por otro lado no es recomendable aplicarlo en trastornos de personalidad y trastornos de alimentación.